
Con los gobiernos occidentales bajo una enorme presión financiera, cada vez resulta más importante tener control sobre el propio destino financiero y, a no ser que se tenga la suerte de recibir una herencia considerable, ganar la lotería o lograr alguna otra forma de ingresos, esto se consigue mediante el establecimiento de un hábito de ahorro regular.
Con la intención de construir un nido para un futuro venidero o, por supuesto, en previsión de días peores, una de las estrategias más comunes es la de adoptar un plan de ahorros regular, lo que no es otra cosa que sencillamente una "disciplina regular de ahorro". Se contrata la inversión de una cantidad de dinero al mes durante un número determinado de años a cambio de la cual, vencido el plazo (a veces antes en determinadas circunstancias), le abonarán una cantidad.
Estos planes tienen puesta la vista en un crecimiento a largo plazo y deberían ser entendidos como compromisos de largo recorrido, dado que no es hasta que su inversión ha crecido pasado un cierto número de años, que los efectos exponenciales del interés empiezan a notarse.